Diversión en el juego

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Juegos que Desarrollan Habilidades. Los juegos que usan números y direcciones sientan las bases para desarrollar habilidades matemáticas. Direcciones como "más o menos" o "adelante o atrás" proporcionan contexto y pueden aumentar la comprensión general de la cantidad y la dirección.

Las palabras específicas usadas en juegos de mesa pueden proporcionar una comparación de tamaño relativo, como "grande o pequeño". Los juegos brindan interacciones que fomentan habilidades sociales básicas como turnarse y resolver problemas, además de desarrollar el vocabulario de un niño.

Más consejos y novedades. Juego sensorial para niños con necesidades especiales. Del mismo modo, un modelo de involucramiento adecuado puede generar el efecto contrario y asegurar la comodidad durante la totalidad de la interacción.

En consecuencia, debemos asignar un lugar especial. al tipo de incomodidad que puede manejarse discretamente, sin riesgo de que se propague, y el tipo de aplomo que dota al individuo con la capacidad para manejarse de este modo.

Los alcohólicos, los adictos y los emocionalmente afigidos se concentran, justamente, en este margen entre la pérdida de involucramien-to con el encuentro y los signos que revelan ese desfasaje, preocupándose en gran medida por ocultar su deterioro en las obligaciones de la interacción.

Aunque los individuos suelen definir a la comodidad como el estado “normal” de las cosas, en realidad parece ser que pocas veces se logra por cualquier lapso de tiempo en la vida cotidiana. Es aquí, por supuesto, que se destacan los juegos de recreación, puesto que en los encuentros de juego, la interacción eufórica se alcanza con relativa frecuencia: los juegos suelen ser divertidos.

Una vez más podemos afrmar, entonces, que entender cómo los juegos pueden ser “divertidos” y qué es la diversión, significa aprender algo importante sobre todos los encuentros. Debería quedar claro que he utilizado el término “tensión” y su contrario, falta de tensión, o comodidad , en un sentido restringido y especial.

Un hombre que está perdiendo dinero en un juego de póker y espera tensionado la próxima carta no necesariamente está en un estado de tensión como el aquí definido.

El encuentro de juego, como fuente de involucramiento colectivo y espontáneo, puede resultarle divertido. Si el mismo hombre está ganando lo que para él es una suma insignificante de dinero de jugadores que considera demasiado inexpertos para que valga la pena ganarles, puede presentar poca tensión en ese caso, mientras que tolerar una noche de póker puede significar para él una experiencia de considerable tensión.

La tensión, en el sentido utilizado aquí, se refere a una discrepancia percibida entre el mundo que espontáneamente se convierte en real para el individuo, o uno que es capaz de aceptar como la realidad vigente, y el mundo que se ve obligado a habitar.

Este concepto de tensión es crucial para mi argumento, puesto que intentaré demostrar que así como la coherencia y persistencia de una reunión focalizada depende de mantener un límite, la integridad de este límite parece depender del manejo de la tensión.

Bajo ciertas circunstancias, las personas pueden estar tan inmersas en un encuentro que es prácticamente imposible distraer su atención; en estos casos difícilmente podrán sentirse incómodas.

Dado que tenemos esta capacidad para sentirnos inmersos en una situación, ¿cómo es posible que no la utilicemos más seguido para evitar la disforia? Una respuesta, por supuesto, es que los participantes a menudo se sienten alienados del contexto de la interacción o de sus co-participantes, y explotan cualquier suceso inadecuado como medio para sentir y expresar desafección.

Otra respuesta se relaciona con la identidad. La organización de un encuentro y la definición que provee de la situación se vuelven en contra de las concepciones que los participantes tienen sobre la identidad de los participantes y la identidad del evento social del que el encuentro se interpreta como parte.

Estas identidades son el núcleo organizacional del encuentro. Los sucesos que causen problemas no implican meramente la introducción de una interferencia disruptiva, sino que a menudo expresan información que amenaza con desacreditar o suplantar las identidades organizativas de la interacción.

Por ende, estos sucesos, sin importar cuán insignificantes sean en sí mismos, pueden debilitar la totalidad del diseño del encuentro, dejando a los participantes perplejos sobre qué hacer, o qué intentar ser subsiguientemente Goffman b.

De cualquier manera, de todas nuestras capacidades, la de involucramiento espontáneo parece ser aquella menos sometida al control consciente, dado que estar preocupado por estar espontáneamente involucrado en alguna actividad significa necesariamente estar espontáneamente involucrado en la preocupación, no en la actividad.

He indicado que en cualquier encuentro es probable que haya algún grado de tensión o disforia, alguna discrepancia entre el involucramiento obligatorio y el espontáneo. No obstante, para cualquier encuentro dado, es de interés analítico imaginar las circunstancias que maximizarían la comodidad o la euforia, articulando el involucramiento real con el obligatorio en una perfecta congruencia.

Podemos referirnos a estas circunstancias como la función de euforia del encuentro. Será evidente que, en teoría, puede alcanzarse un mayor grado de euforia de dos maneras: la primera, reconocer el carácter de la actividad y avanzar desde ahí para reclutar a los participantes más adecuados en términos de su capacidad para sostener la euforia ; y segundo, reconocer a los participantes y, a partir de sus atributos sociales, determinar la asignación más efectiva de recursos generados internamente.

Por ejemplo, dado que el invitado a la cena es el jefe, podemos imaginar la combinación particular de paridad y deferencia que mejor se adecúa a la ocasión; y ante cualquier asignación de recursos localmente realizados, podemos buscar ese invitado para la cena cuyas propiedades sociales con base externa sean exactamente las apropiadas para la realización exitosa del evento.

Por supuesto, es poco probable que podamos administrar los sucesos sociales de modo tal de realizar la función de euforia de un encuentro es-pecífico, pero es útil tener esto como ideal estructural, el extremo de un continuo sobre el cual pueden ubicarse sucesos reales.

Las personas que se ocupan de armar listas de invitados para pequeñas reuniones sociales y la disposición de asientos en grandes reuniones, efectivamente tienen en mente la función de euforia aunque típicamente habrá otras condiciones que también deberán intentar satisfacer.

Es interesante notar que la cuestión de la función de disforia también es digna de ser analizada, y no sólo por la fantasía que a veces tienen las personas de hacer una festa con una combinación de invitados tan inadecuados como sea posible. Así, se cuenta que, con el objeto de mantener la resistencia y la moral bajas, las personas a cargo de los campos chinos de prisioneros de guerra desplazaron a los líderes “naturales” de un grupo a otro, y otorgaron posiciones de poder oficialmente patrocinadas a aquellos prisioneros cuyos atributos con base externa podría hacerlos los menos preferibles a los ojos de los demás prisioneros Schein Hemos introducido dos conceptos clave: las reglas de transformación y la tensión de la interacción, y hemos propuesto inferencias sobre su relación; por ejemplo, mientras que la adhesión a un conjunto de reglas de transformación durante amplias alteraciones de la tensión es un elemento característico de las reuniones focalizadas, es probable que cualquier alteración en estas reglas derive en un marcado incremento o disminución de la tensión.

Ahora bien, si concedemos que la tensión y las reglas de transformación son dos miembros de la misma familia de términos, debemos intentar ver qué aspecto tienen los demás miembros.

Durante un encuentro, pueden ocurrir acontecimientos, sean éstos intencionales o no, que repentinamente incrementan el nivel de tensión. En conformidad con el uso cotidiano, me referiré a estos sucesos con el nombre de incidentes. Quizás el tipo más común de incidente, al cual Freud le prestó mucha atención en Psicopatología de la vida cotidiana , 23 sea aquél al que cotidianamente denominamos lapsus, desatino, equivocación o malapropismo, que involuntariamente introduce información que impone una carga repentina en la labor auto-represiva que se está desarrollando en el encuentro.

Aunque los lapsus se perciben como involuntarios, se considera que la persona que los realiza es, no obstante, de alguna manera responsable. Un tipo de incidente paralelo ocurre con lo que podemos llamar “palabras de fuga”: cuando se utiliza un término o frase que tiene un significado inocente y apropiado pero a la vez tiene una resonancia que repentinamente incrementa la dificultad de contener irrelevancias oficiales.

En un aula de secundaria, por ejemplo, los temas referidos a la sexualidad y los estatus sexuales pueden mantenerse efectivamente suprimidos hasta que se pronuncia una palabra cuyo significado alternativo es francamente sexual, lo cual momentáneamente inunda la interacción con consideraciones que distraen a los participantes.

Otro tipo común de incidente es lo que podríamos llamar una “situación sígnica”, a saber, el hecho involuntario e indeseado de una configuración de sucesos ambientales que muy aptamente expresan un reconocimiento de identidades hasta entonces fácilmente ignoradas.

Por ejemplo, dos personas pueden mantener una conversación con una efectiva despreocupación por su diferencia en estatus ocupacional hasta que la necesidad imprevista de tener que pasar en fla única por una puerta obliga a los participantes a considerar cómo resolver la cuestión de la prioridad sin ofender al otro.

La necesidad misma de ocultar esta preocupación puede ser una distracción desagradable de la conversación en curso.

Cabe señalar aquí que es la suerte peculiar de las personas discapacitadas, tales como los ciegos o los rengos, crear contextos en los que es probable que ocurran palabras de fuga o situaciones sígnicas. Es probable que los encuentros que adhieren a la diplomática regla estándar de “no notar” los defectos 24 ofrezcan una apacibilidad precaria, dado que casi cualquier movimiento físico puede preparar el terreno para una situación sígnica, y, de manera similar, muchas frases de uso común pueden inundar el encuentro con cuestiones previamente suprimidas o espontáneamente desatendidas.

Las personas con un estigma social de tipo racial o étnico, y aquellas con un estigma moral, como ex pacientes psiquiátricos, ex convictos, y homosexuales, también comparten este dilema. Estas personas deben aprender a lidiar con la desafortunada propiedad de ser adversos a casi cualquier interacción en la que se encuentren.

La cuestión central en la situación de vida de un individuo tal no es que va a ser discriminado sino que cuando interactúa con un miembro corriente de la comunidad, ambos intentan suprimir cuestiones que son incómodamente más fundamentales que aquellas que se consideran de forma explícita; y hacen este intento al mismo tiempo que se preparan para la posibilidad de un colapso del tacto.

Cooley ofrece una afrmación bien precisa de la importancia de este problema de la interacción, haciendo especial referencia a los enfermos mentales:. Es probable que las peculiares relaciones con otras personas que pongan su atención en cualquier deficiencia o peculiaridad personal evidente agraven las manifestaciones anormales de la percepción de uno mismo, cuando no que las produzcan directamente.

Cualquier rasgo de este tipo que sea lo suficientemente evidente como para interrumpir el intercambio fuido y familiar con los demás, y para hacer que las personas hablen y piensen sobre una persona o hacia ella en lugar de con ella, difícilmente pueden dejar de tener este efecto.

Si la persona es naturalmente proclive al orgullo o a la irritabilidad, es probable que estas tendencias, que dependen para su corrección del fujo de solidaridad, se exacerben.

Alguien que muestra signos de anormalidad mental se encontrará excluido del intercambio familiar y despreocupado, quizás inevitablemente, pero no por eso menos cruel; será parcialmente excomulgado; cada semblante le proclamará inconscientemente su marginación a través de expresiones de curiosidad, indiferencia, aversión, o lástima, y en tanto esa persona es lo suficientemente humana para necesitar comunicación libre y equitativa y para percibir su carencia, sentirá un dolor y una pérdida de un tipo y en un grado que los demás apenas pueden imaginar, y que en gran parte ignoran.

Se encuentra con que está aparte, “por fuera”, y se siente sobrecogido, temeroso, y desconfado. Así, no bien se percibe la “extrañeza”, ésta se multiplica por su refexión en otras mentes. Lo mismo es cierto en alguna medida sobre los enanos, las personas desfiguradas o con deformaciones, incluso los sordos y los que sufren las dolencias de la edad avanzada Cooley Los incidentes que he citado son ejemplos de la intrusión de cuestiones que no han sido “resueltas” adecuadamente o transformadas para el uso ordenado y cómodo dentro del encuentro.

Cuando un encuentro resulta completa y oficialmente permeado por ciertos atributos de base externa, como en la interacción entre un soldado y un oficial, o entre un súbdito y alguien de la realeza, es posible que la actividad del encuentro se persiga sin que se le dé lugar a la distracción por las distinciones sociales.

En un contexto tal, no obstante, un suceso imprevisto que pueda dar a entender que sobreentiende una paridad de estatus puede funcionar como una situación sígnica, poniendo repentinamente en duda una jerarquía que irrefexi-vamente había sido dada por sentada.

Esto es parte del problema de lesa majestad, que típicamente surge cuando la realeza participa en juegos de habilidad, pero no es un problema que afecta sólo a la realeza.

Por ejemplo, tenemos la cautivadora descripción de W. Whyte de cuando jugaba a los bolos con los Nortons, que eran miembros la sociedad de las esquinas que Whyte llevó a la fama. Aquí relata las diversas presiones sociales que los jugadores introducen de modo que su rango de habilidad relativa en el juego no sea muy incongruente con su rango social en el grupo en general.

Como he señalado, en cualquier reunión focalizada es probable que haya cuestiones oficialmente irrelevantes que de manera activa reclaman la atención y el interés de los participantes, provocando tensión. Adicionalmente, es probable que haya cuestiones que en el momento son suprimidas por la desatención selectiva pero que provocarían tensión si fueran introducidas explícitamente.

El participante puede incorporar estas cuestiones incómodas al encuentro de manera fuida y de una forma oficialmente aceptada a través del aporte de palabras y acciones especialmente oportunas, incluso a la vez que sostiene el orden prevaleciente.

Estos actos son el correlato estructural del carisma, el tacto, o la claridad mental. Dichos actos proporcionan una fórmula por la cual un suceso problemático puede redefinirse y su significado reconstituido puede integrarse a la definición vigente de la situación, u ofrecen un medio para redefinir parcialmente al encuentro en curso, o varias combinaciones de ambos.

De cualquier manera, la disforia puede reducirse deliberadamente con estos medios. Haré referencia aquí a la integración o fusión de elementos generadores de tensión. Lo que sucede es una especie de estabilización de las fuerzas disruptivas, una alteración de un contexto en beneficio de quienes se encuentran enmarcados en él.

Por ejemplo: se dice que cuando una paloma entró volando por la ventana del departamento de Beatrice Lillie en Nueva York, ella interrumpió su conversación para dirigirle su mirada y preguntarle, “¿traés algún mensaje? La mayoría de las actividades que incluían a la Directora estaban extremadamente cargadas de riesgos especiales.

Esto se debía a las violentas tensiones por rivalidad fraternal que estallaban en su cercanía con mucha mayor volatilidad que alrededor de cualquier otra mujer del personal, debido al impacto evidente de su rol de madre. Cualquier situación en la que ella fuera la figura central en la actividad del grupo debía, por ende, manejarse con una sensibilidad muy delicada por su parte.

En una ocasión, por ejemplo, ella empezó a leer una historia al grupo mientras ellos estaban comiendo un dulce tras su vuelta del colegio. Ella estaba sentada en el sillón, y el grupo estaba acomodado a sus dos lados cuando de repente estalló una discusión sobre quién tenía el privilegio “de sentarse directamente al lado de Emmy”; Larry, que estaba a su derecha, fue abofeteado con saña por Danny, que a su vez se convirtió en el blanco de Mike, Andy y Bill.

Un motín generalizado parecía inminente, cuando Emmy de repente los interrumpió con “ey, esperen; tengo una idea. Voy a leer como si estuviéramos de campamento”. Esto funcionó para distraerlos de sus peleas, al menos por esa tarde Redl y Wineman Aquí podemos observar un aspecto muy curioso de la interacción social: el deseo de hacer lo correcto y una apreciación de del deber ser que sobrepasa la capacidad de los participantes de ejecutarla.

Los individuos permanentemente están haciendo un esfuerzo para asimilar distintas cuestiones por medio de técnicas que no son eficaces; es sólo después del acontecimiento, durante su rememoración en un contexto de tranquilidad, que se les ocurre una frase o acción que hubiera sido completamente efectiva en esa situación.

Aún más, un esfuerzo de integración que no tiene éxito generalmente deja la situación en un estado peor que antes que se haga el intento. Este fracaso significa o bien que la definición de la situación queda alterada de modo que incrementa su inaceptabilidad para los participantes, o bien que los participantes ahora deberán tratar de ignorar algo a lo que explícitamente han dirigido su atención.

Es interesante notar que, debido a que un acto frustrado como éste es perjudicial, el actor se encuentra en una posición de culpa; para mostrar consideración hacia su nueva posición delicada, los demás actores generalmente hacen algún esfuerzo por aparentar que el acto ha sido exitoso, y esta necesidad de proteger al infractor puede alienarlos aún más del involucramiento espontáneo en la situación establecida.

Una vez más, la situación de las personas con discapacidades físicas nos ofrece información importante, que ilustra que cuando una base muy evidente de re-identificación debe tratarse como irrelevante cuando la adhesión a las reglas de transformación se dificulta en gran medida , o bien no se logra integrar la cuestión reprimida, o un esfuerzo por integrarla puede culminar en la posibilidad de una intensa incomodidad, conduciendo a una situación que no tiene solución.

La persona discapacitada, a pesar de querer rechazar una imagen de sí misma como anormal y de querer mantener alejados a los demás de su problema, bien puede sentir que la tensión será insoportable a menos que se refera abiertamente a su condición para “romper el hielo” White, Wright y Dembo Las pequeñas integraciones, o los intentos de realizarlas, ocurren constantemente durante los encuentros conversacionales, como cuando los participantes intentan desplazarse de un tema que se ha agotado o se ha vuelto peligroso hacia un nuevo tema que se calcula podrá ofrecer suministros seguros por el momento; de hecho, los libros de buenos modales le prestan explícita atención al arte de cambiar de tema.

De manera similar, para poder imponerse exitosamente en la interacción, sea como hablante o como tema de conversación, el individuo emplea un sinnúmero de artimañas de asimilación para disimular la intrusión.

Así, tenemos un conjunto de frases estándar para iniciar una conversación: “A mi modo de ver…”, “En mi opinión…”, “No estoy en el tema, pero siempre me pareció que…”, “Bueno, si querés saber mi postura al respecto…”, ”Sabés que a mí me pasó lo mismo, estaba…”, con las que el hablante dispuesto ofrece lo que a su entender constituye una conexión fuida entre el contenido establecido del encuentro y un relato autorreferencial.

A menudo, durante un encuentro, un participante percibirá la emergencia de una discrepancia entre la imagen de sí mismo que forma parte de la def-nición oficial de la situación y la imagen de sí mismo que parece haber sido expresada en ese momento por sucesos menores que no se adecúan a la interacción.

Percibirá entonces que sus co-participantes en el encuentro estarán suprimiendo el conocimiento de esa nueva versión de él, con la consecuente tensión. Aunque generalmente esta nueva imagen de él es menos favorable que la imagen inicial oficial, lo opuesto también puede ocurrir fácilmente.

En estos casos, el individuo probablemente intente integrar los sucesos incongruentes por medio de disculpas, pequeñas excusas, y declaraciones de exención de responsabilidad; a través de estos mismos actos, por cierto, también intenta resguardar su reputación.

Esto se puede observar con facilidad si examinamos situaciones en las que constantemente se generan fallas menores, como por ejemplo en los juegos como el de los bolos. Luego de una mala jugada, y mientras se da vuelta hacia donde están los demás jugadores, es probable que el jugador ponga una expresión que manifeste que la jugada no constituye un indicador justo o fidedigno de su habilidad y que los demás, por lo tanto, no deben alterar o dudar su evaluación previa de él.

Durante los encuentros, el individuo se ve obligado a tratar de hacer frente a los incidentes tratándolos espontáneamente como si no hubieran sucedido, o integrándolos lo mejor que pueda a la definición oficial de la situación, o simplemente soportando la tensión sin salir físicamente de la situación.

Una vez que el individuo está dispuesto a someterse a esta moralidad de la interacción, los demás pueden explotar sus elementos inter-friendo intencionalmente con el marco, introduciendo referencias y actos en su detrimento que sean difíciles de controlar.

Una joven llamada Grace está por marcharse tras una visita a la casa de veraneo de su amigo, Harry. Hay otros dos invitados, Max y Blake. Grace acaba de terminar una relación con un hombre, que ya se ha ido, y ha empezado una nueva relación con Blake, que es el narrador:.

Tratá de no meterte problemas”. Llevé su bolso hasta el taxi, y el conductor lo guardó en la parte posterior del auto. Grace entró al auto y cerró la puerta. Sacó la cabeza por la ventana y le di un beso.

El taxi se alejó y volví a la casa. Max estaba acostado en el sillón, escuchando un partido de béisbol. Se siente frustrado si no produce al menos una situación por día”. Bros-sard El fenómeno de “producir” una situación no es, claro está, una prerrogativa exclusiva de los hipsters de Nueva York.

Jane Austen nos proporciona un contraste, que ilustra al mismo tiempo cómo la estructura de una reunión focalizada puede, por sí misma, introducirse a la conversación como una forma de atacar el marco e incomodar a los participantes:. Estuvieron un rato sin decir palabra; Elizabeth empezó a pensar que el silencio iba a durar hasta el final de los dos bailes.

Al principio estaba decidida a no romperlo, cuando de pronto pensó que el peor castigo para su pareja sería obligarle a hablar, e hizo una pequeña observación sobre el baile.

Darcy contestó y volvió a quedarse callado. Después de una pausa de unos minutos, Elizabeth tomó la palabra por segunda vez y le dijo: “Ahora le toca a usted decir algo, señor Darcy.

Yo ya he hablado del baile, y usted debería hacer algún comentario sobre las dimensiones del salón y sobre el número de parejas”. Él sonrió y le aseguró que diría todo lo que ella desease escuchar. No está mal esa respuesta de momento. Quizá poco a poco me convenza de que los bailes privados son más agradables que los públicos; pero ahora podemos permanecer callados”.

Es necesario hablar un poco, ¿no cree? Sería extraño estar juntos durante media hora sin decir ni una palabra; y, no obstante, en consideración de ciertas personas, hay que llevar la conversación de modo que no se vean obligados a tener que decir más de lo preciso”.

Podemos agregar que la “producción” de la situación puede llegar a ser culturalmente elaborada: los relatos ejemplares que algunos grupos de desposeídos utilizan para la autosubsistencia generalmente contienen algunas frases ingeniosas, silenciadoras, o retruques pronunciados en circunstancias que no le permiten a sus destinatarios una réplica satisfactoria Goff-man ; Quizás las situaciones que es más probable que sean “producidas” por alguien presente son aquellas en las que hay una razón específica por la cual la identidad no relevante de un participante debería absolutamente hacerse notar por los co-participantes, y donde la identidad excluida no amenaza particularmente al posesor.

Por ejemplo, en nuestra sociedad, las parejas recién comprometidas que asisten a reuniones sociales suelen ser el blanco de comentarios y críticas “bien intencionados” a través de las cuales se introducen en la conversación referencias a su cambio de estado inminente.

La mujer de la pareja puede ofrecerle a los presentes más razones para estas bromas. Está a punto de realizar un cambio de estatus relativamente integral en una dirección que podría definirse como favorable, y su estatus previo de mujer soltera deja de ser, por lo tanto, un elemento con respecto al cual los demás deben suprimir su preocupación.

La esposa del anftrión también puede cumplir esta función. Por supuesto, existen otras situaciones en las que una persona se encuentra ligeramente atrapada entre dos de sus estatus.

En algunas comunidades rurales de Europa Occidental, un joven confrma la seriedad de su relación con una joven llevándola a casamientos a los que uno o ambos han sido invitados. Al mismo tiempo, existe una regla que dictamina que los miembros inmediatos de las familias del novio y la novia deben estar juntos durante el casamiento, con asientos algo separados de los del resto de los invitados.

La pareja de cualquier integrante joven de este grupo debe, por lo tanto, tener un acompañante que actúe como sustituto de aquél, en un contexto en el que todos están prestando especial atención a quién vino con quién. El sustituto suele ser un amigo “confable” de la familia, seleccionado como modo de asegurarse que no haya malentendidos por parte de los demás.

Es comprensible entonces que él o ella sea blanco de comentarios y bromas: la definición implícita de una persona como la prometida de otra se establece por la naturaleza del suceso social; sin embargo, varias partes interesadas deben demostrar que, justamente, no le conceden importancia a esta definición, y creen que nadie más lo hará tampoco.

Hay muchos contextos en los que una división inestable entre los mundos oficialmente relevante e irrelevante conduce a una persona presente a intentar producir la situación.

A los trabajadores se les exige con frecuencia que mantengan una actividad mutua basada en el trabajo, en un contexto que está completamente impregnado de demandas a su identidad que deben negar, de modo que sea donde sea que se dirijan, se les impondrá un mundo que deben reprimir. Por ejemplo, un grupo de carpinteros convocados fuera del horario escolar para trabajar entre bancos en los que ya no entran, probablemente hagan chistes sobre maestros; un trabajo en una iglesia o catedral puede ser “producido” del mismo modo.

En una comunidad rural, he observado el mismo tipo de bromas por parte de tres hombres que ayudaban a descargar madera para el fabricante local de ataúdes, y por parte de un grupo numeroso de pastores que realizaban la tarea anual de castrar a los carneros jóvenes; el chiste más común aquí era agarrar al integrante más joven del grupo y hacer como si estuvieran posicionando su cuerpo para castrarlo.

Obviamente, en algunos casos estos actos de redefinición reducen el nivel general de tensión, incluso si deben hacerlo al costo de la incomodidad de alguien, y por lo tanto hacen que sea difícil distinguirlos de los esfuerzos bien intencionados de integrar las consideraciones distractoras.

He examinado los incidentes, su integración, y la producción de situaciones; ahora puedo introducir un concepto ulterior. Hasta aquí se ha planteado que las reglas de transformación de un encuentro obligan al participante a retener su atención y preocupación de muchos potenciales temas de consideración, y que es probable que éste finja esta inatención cuando no pueda manifestarla espontáneamente.

Su comportamiento nos ofrecerá indicios de su conformidad real o fingida, especialmente sus expresiones faciales, dado que el comportamiento proporciona el campo fuido sobre el que los estilos afectivos colectivos del encuentro se imprimen íntimamente.

El estado emocional visible del participante, entonces, deberá estar en sintonía y a ritmo con la melodía sostenida en la interacción. Resulta claro, no obstante, que bajo ciertas circunstancias el individuo puede permitir que su disposición sea desbordada por una corriente de sentimientos que ya no intenta ocultar.

La cuestión sobre la que venía aparentando no tener ningún interés repentinamente lo supera, y colapsa, aunque sólo momentáneamente, de modo que ya no es una persona movilizada para mantener un rol expresivo apropiado en la interacción en curso; se desborda.

Sea que el individuo estalla en llanto o en risas, sea que estalla en una exhibición abierta de ira, de vergüenza, de impaciencia, de aburrimiento o de angustia, el efecto es que altera radicalmente su apoyo general de la interacción; se encuentra momentáneamente “fuera de juego” Goffman b: Un ejemplo común de desbordamiento ocurre cuando un individuo descubre que ya no puede “mantener una expresión seria” y estalla en carcajadas.

Se suele pensar que una expresión brusca explosiva un desbordamiento por parte de un participante despejará la situación y reducirá la tensión, pero de ninguna manera sucede siempre así. Cuando una persona se desborda, su deserción es con frecuencia cuidadosamente ignorada por los demás participantes e incluso, unos momentos después, por el infractor mismo.

Y cuando se realiza esta supresión, este esfuerzo por la no percepción, se agrega un nuevo elemento distractor al contexto del encuentro, incrementando la cantidad de material que se tiene en mente pero que debe tratarse como si no existiera, y por ende, por definición, aumentando el grado de tensión.

Contrariamente a lo que parecería en un principio, entonces, un desbordamiento a menudo constituye un incidente. Debería resultar evidente que las personas diferen en gran medida en su capacidad para mantener la tensión sin que ésta sea aparente y sin desbordarse.

La diferencia en grados de compostura se explica al menos en parte por las diferencias entre sus afliaciones a grupos: un niño estadounidense de cuatro años perteneciente a una familia de clase media puede en ocasiones ruborizarse y alejarse por el solo hecho de que lo miren, mientras que, según se dice, las grande dames de la era victoriana eran capaces de mantener la compostura en condiciones absolutamente catastróficas.

Parece ser una característica típica de los equipos que realizan tareas especializadas bajo presión que los miembros desarrollen una capacidad para no pensar, o aparentar que no están pensando, en sucesos que causarían que aquellos con menos experiencia se desborden.

Los equipos quirúrgicos en acción nos ofrecen un buen ejemplo, pues deben mantener un marco o perspectiva únicos, una definición médica de la situación, que se aplica de modo detallado a un gran número de sucesos menores que ocurren durante el encuentro laboral; y sin embargo las tareas realizadas durante la cirugía tranquilamente pueden introducir recordatorios vívidos de que hay otras definiciones de la situación que son posibles.

Así, cuando se corta una pequeña arteria por accidente y la sangre se dispara hasta la cara de un auxiliar, trazando un hermoso arco en su recorrido, la atención probablemente no se desplace de la tarea que se está realizando, excepto para detener el sangrado.

Un público no iniciado, no obstante, enfrentaría grandes dificultades al momento de distinguir entre el final de la afinación de los instrumentos y el comienzo del primer movimiento, es decir, entre el marco de afinación y el marco del concierto; sus miembros también sentirían menos certeza en tomar la música en serio que en exlógicos, tenemos el reconocido hecho de que las personas en condiciones de cansancio extremo suelen encontrar cualquier cosa lo suficientemente graciosa como para desbordar el marco en el que estaban.

Véase Bateson El sentido común nos lleva a pensar que con el incremento del nivel de tensión, también crecen las probabilidades de un desbordamiento, hasta llegar al punto de quiebre en donde el desbordamiento es inevitable. La labor que se le exige a las reglas de transformación se vuelve insoportable, y lo que queda a continuación es o bien desorden o bien una nueva definición de la situación más viable que la anterior.

La analogía aquí es hidráulica y no del todo adecuada, puesto que el sentido común ignora algunos determinantes sociales importantes referentes a cuánta tensión se puede soportar antes de que ocurra el desbordamiento.

En ocasiones en las que la reputación de grandes organizaciones o de personas con una alta posición social está en juego, cualquier admisión pública de que las cosas no son lo que aparentan ser puede acarrear consecuencias externamente relevantes que nadie quiere enfrentar, por lo cual se puede contener obstinada y deliberadamente un alto grado de tensión.

No es casual que la fábula del traje nuevo haga referencia a un emperador; una desatención deliberada tan dificultosa como la de la desnudez, una resistencia tan fuerte a la re-identificación, difícilmente podría sostenerse para una figura de menor trascendencia. Asimismo, cuando un individuo es el maestro de otro, puede suceder que el desbordamiento parezca imposible, como cuando a un oficial novato le enseñan que los oficiales nunca rompen flas o deben dejar el servicio por enfermedad o agotamiento Raven , o cuando un padre en un teatro en llamas contiene su impulso de unirse al pánico generalizado porque no quiere que su hijo pequeño lo vea perder el control Quarantelli

Plan de la lección · Sensación · Compañerismo · Desafío · Fantasía · Narrativa · Descubrimiento · Expresión · Dedicación. The PDF preview is not available on Existe una idea de sentido común de que es divertido jugar a los juegos cuando el resultado o la recompensa tiene una buena chance de mantenerse incierta hasta Además de divertirse, el juego es necesario para el desarrollo de distintas capacidades, como las siguientes: Físicas: Mejora su coordinación y motricidad

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Diversión en el juego - ¿Te gustan los juegos de plataformas? ¿Te gustan los juegos de correr? Bueno, te va a encantar Diversion: niveles, 8 mundos, más de personajes Plan de la lección · Sensación · Compañerismo · Desafío · Fantasía · Narrativa · Descubrimiento · Expresión · Dedicación. The PDF preview is not available on Existe una idea de sentido común de que es divertido jugar a los juegos cuando el resultado o la recompensa tiene una buena chance de mantenerse incierta hasta Además de divertirse, el juego es necesario para el desarrollo de distintas capacidades, como las siguientes: Físicas: Mejora su coordinación y motricidad

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Facebook Twitter RSS YouTube YouTube. La diversión y el juego Uncategorized. diversión en el juego La diversión es el aspecto fundamental del juego que hace que se convierta en una herramienta ideal para generar motivación y para poder asociarlo a cualquier medio de aprendizaje con metodologías como pueden ser la gamificación , el aprendizaje basado en juegos ABJ u otras herramientas similares.

Los 8 placeres de Marc LeBlanc Marc LeBlanc es un diseñador de juegos que analizó los 8 elementos que generan placer en los jugadores en este caso de los videojuegos que pueden utilizarse para la planificación de cualquier tipo de jornada lúdica. Estos 8 aspectos que generan un interés especial por el juego son los siguientes: Sensación : entendiendo que el juego puede ofrecer un tipo de motivación por el placer que puede generar en nuestros sentidos de una manera activa.

En artículos anteriores recogíamos varios juegos de este tipo. Fantasía : Cualquier juego nos hace vivir una experiencia inmersiva más o menos intensa en un mundo que no es real pero que «jugamos a que lo sea». Narrativa : Un juego se hace más atractivo si viene acompañado por una historia que explique dicha actividad y que ayude a comprender las normas del juego y aumente su motivación.

El storytelling es una técnica utilizada para desarrollar narrativas que últimamente se está utilizando mucho en el ámbito empresarial. El viaje del Heroe es una técnica muy utilizada para desarrollar estas historias y que aconsejamos su estudio.

Reto: Todo juego bien sea colaborativo o competitivo tiene un reto, una finalidad que alcanzar y es el elemento fundamental donde reside su motivación: aquello que se quiere conseguir. Un caso aparte sería el juego libre que podría no tener un reto claro y definido.

La diversión sería el reto en si mismo. Compañerismo: El compañerismo o capacidad de sociabilización es una de las principales capacidades que desarrolla un niño por medio del juego y este concepto hay que desarrollarlo y potenciarlo a la hora de diseñar un juego sobre todo en edades tempranas.

Descubrimiento: La sorpresa, el asombro por lo desconocido y aprender nuevos conceptos es un aspecto que a todo nos atrae si logran hacerlo de manera motivante. Esta reducción del carácter personal que la interacción homogénea con los otros le impone al individuo puede incluso llevarlo a que haga lo imposible, si se nos permite decirlo: un rasgo de comportamiento característicamente sociable es la cortesía con la que el individuo fuerte y extraordinario no sólo se presenta como igual al más débil, sino que además actúa como si el más débil fuera más valioso y superior a él p.

El absurdo esfuerzo que hace Simmel para tratar a la sociabilidad como un tipo de “mero” juego, separado tajantemente de los entrecruzamientos de la vida seria, puede ser parcialmente responsable por el fracaso de los sociólogos de identificar las reglas de irrelevancia en la sociabilidad con reglas similares en áreas serias de la vida.

Un buen ejemplo de estas reglas en las áreas de la vida seria se encuentra en los aspectos calculables impersonales de la administración burocrática occidental. Aquí, Weber nos provee un obvio texto, siempre y cuando, como en el caso de Simmel, aceptemos como tendencia lo que se asevera como verdad:.

El desempeño “objetivo” del comercio significa primariamente un desempeño del comercio de acuerdo a reglas calculables y “sin consideración por las personas”.

Un ejercicio consistente del dominio burocrático significa la nivelación del estatus “honor…”. El segundo elemento mencionado, las “reglas calculables”, también es de suma importancia para la burocracia moderna.

La peculiaridad de la cultura moderna, y en particular de su base técnica y económica, requiere esta misma “capacidad de cálculo” de los resultados.

Cuando se encuentra plenamente desarrollada, la burocracia también funciona, en un sentido específico, bajo el principio de sine ira ac studio 6.

Su naturaleza específica, que es bienvenida por el capitalismo, se desarrolla más perfectamente cuanto más se “deshumanice” la burocracia, cuanto más completamente logre eliminar de sus asuntos oficiales al amor, al odio y a todos los elementos personales, irracionales y emocionales que escapan al cálculo Weber el principio característico de la burocracia es la regularidad abstracta del ejercicio de autoridad, la cual es el resultado de la demanda por la “igualdad ante la ley” en el sentido personal y funcional – por lo tanto, del horror del “privilegio”, y del rechazo por principios de hacer negocios “según cada caso” p.

Aunque el contenido específico de estas afrmaciones se refere a la organización administrativa y no a las reuniones focalizadas, debemos apreciar que una parte crucial del comportamiento en los negocios, en el gobierno, y en la ley se relaciona con el modo en que un funcionario trata al público o a sus clientes en interacciones cara a cara.

La reinterpretación que Parsons hace de Weber presenta este aspecto de la burocracia de una forma más clara, especialmente en los conceptos de “universalismo” y “neutralidad afectiva”, tal como lo ilustran las relaciones entre profesional y paciente en la medicina:.

La neutralidad afectiva también se vincula con el rol del médico en tanto científico aplicado. Se espera que el médico trate un problema objetivo en términos objetivos y científicamente justificables.

Por ejemplo, se supone irrelevante si ese paciente en particular le agrada o le disgusta como persona, como de hecho lo es para la mayoría de los problemas puramente objetivos de cómo tratar una enfermedad específica Parsons En sus obras iniciales, la preocupación predominante de Parsons eran los rasgos distintivos de las profesiones liberales, pero es interesante notar que cualquier oficio de larga data en la sociedad occidental hubiera sido casi de igual utilidad.

Los vendedores de grandes negocios de renombre tienen una ética que los lleva a tratar a todos sus clientes con igual cortesía, sea cual sea su estatus o el valor probable de su compra. La frase “buen servicio” señala la expectativa común de que el empleado presente invariablemente una buena disposición y consideración sin que pesen las obvias diferencias sociales entre los clientes.

Así como observamos que se le resta importancia a ciertos atributos sociales en una amplia gama de encuentros, también observamos que los participantes controlarán ciertos estados y actitudes psicológicas, dado que, después de todo, la misma regla general que dicta que uno debe ingresar a un encuentro con una disposición predominante deja entender implícitamente que los sentimientos contradictorios se dejarán en suspenso.

Sim-mel afrma este tema en su discusión sobre la administración de la afección durante las reuniones sociales: “Puesto que tiene un efecto adverso sobre la inter acción que monopoliza la sociabilidad, es desconsiderado exhibir solamente estados de ánimo personales de depresión, entusiasmo, desaliento – en resumen, la luz y la oscuridad de la vida más íntima de uno” Simmel Es tan común que uno suprima los sentimientos inapropiados que debemos dirigir nuestra mirada a las ofensas contra esta ley para recordar cómo funciona generalmente.

Aquí, por supuesto, son centrales las ideas de Freud, dado que el autor se ocupa de los “actos fallidos, casuales y sintomáticos”, o de los sueños, o del humor de tipo “sobredeterminado”, o de las manifestaciones serias de la neurosis; se ocupa del tipo de emociones que los co-participantes del infractor están suprimiendo en el encuentro.

Freud se ocupa directamente de toda la gama de emociones, pensamientos y actitudes que no se logran controlar exitosamente, y por lo tanto, aunque sólo más indirectamente, con las reglas que dictan qué está permitido expresar:.

el modo peculiar de operación, cuya función más llamativa podemos reconocer en el contenido del sueño, no debe ser atribuido sólo al estado onírico de la vida psíquica cuando tenemos abundantes pruebas de su actividad durante el estado despierto en los actos fallidos. Esta misma conexión también nos impide dar por sentado que estos procesos psíquicos, que nos impresionan por anormales y extraños, sean determinados por una decadencia arraigada de la actividad psíquica o por el estado mórbido de su funcionamiento.

La comprensión correcta de este extraño funcionamiento psíquico que permite que los actos fallidos se originen como imágenes oníricas sólo será posible luego de que hayamos descubierto que los síntomas psico-neuróticos, en particular las formaciones psíquicas de la histeria y la neurosis compulsiva, reproducen en sus mecanismos todos los rasgos esenciales de este modo de funcionamiento.

La continuación de nuestra investigación debería, por lo tanto, partir de este punto. Pero el carácter común de los casos más leves, así como de los más severos, a los que los actos fallidos y casuales contribuye, yace en la capacidad de identificar los fenómenos con un material psíquico indeseado o reprimido, el cual a pesar de haber sido expulsado de la consciencia no ha sido, no obstante, despojado de toda capacidad de expresarse Freud Podemos encontrar ejemplos más crudos en cualquier hospital psiquiátrico durante esos momentos en los que el paciente se comporta de un modo tal que cause que el psiquiatra piense que está exhibiendo una emoción “in-apropiada para la situación” como por ejemplo cuando un paciente pide que le pasen la sal durante una comida con un tono de voz tal que cubre a toda la mesa de miseria y melancolía ; esto es así porque lo que luego se interpretará como un “síntoma” llama la atención en un primer momento por ser una infracción a una regla sobre el control de las emociones en los encuentros cotidianos.

Un aspecto interesante de esta disciplina afectiva se vincula con la cantidad de auto-referencias explícitas que utilice un participante durante los encuentros informales conversacionales. De hecho, podemos medir la socialización en nuestra sociedad por el ritmo en el que un niño prescinde de francos pedidos de “mirame” o “mirá lo que hago”, 10 así como se percibe que la “desocialización” es mensurable por una creciente franqueza y persistencia auto-referencial.

Así como ciertos deseos y sentimientos se mantienen en suspenso mientras dure el encuentro, también se puede observar que frecuentemente el participante se desvincula de tareas que interferan con la duración y las personas del encuentro actual. Un involucramiento evidente con lo que ha sucedido antes de la interacción o con lo que está programado que ocurra después de ella puede interpretarse como preocupación, agitación, o impaciencia; y a menos que haya circunstancias especiales que legitimen ese comportamiento, lo que transmite es una falta de respeto por los demás presentes y cualidades de personalidad indeseables.

Ya he aludido a que el carácter de un encuentro se basa, en parte, en decisiones con respecto a qué propiedades de la situación deberían considerarse irrelevantes, fuera del encuadre, o como si no existieran.

Adherir a estas reglas es jugar de manera justa. Los sucesos visibles que no sean relevantes serán desatendidos; las preocupaciones privadas que sean irrelevantes quedarán fuera de consideración.

Se traerá a colación una inconsciencia espontánea, y, si ésta no fuera posible, ocurrirá una represión o apartamiento activo. Podemos encontrar ejemplos heroicos de este proceso fun-damental– el funcionamiento de las reglas de irrelevancia en la interacción social – en hospitales psiquiátricos, en donde podemos observar a los pacientes inmersos en un juego de bridge o presentando la apariencia de esta inmersión mientras que uno o dos de los jugadores realizan movimientos idiosincráticos y esotéricos y toda la escena está rodeada por el clamor de pacientes maníacos.

Aquí se puede ver claramente que una actividad cautivadora funciona como un límite alrededor de los participantes, los segrega de diversos mundos potenciales de significado y acción.

Sin esta barrera envolvente, presumiblemente, los participantes estarían paralizados por un torrente de bases de acción. La organización social exhibida en una reunión focalizada es, entonces, una consecuencia del funcionamiento eficaz de las reglas de irrelevancia.

No obstante, aunque esto describe qué es lo que queda excluido de la realidad de la interacción, no nos dice nada sobre qué incluye, y es sobre esta cuestión que ahora intentaremos lograr una perspectiva sistemática. Como se ha dicho, los juegos pueden ofrecer un punto de inicio.

El conjunto de reglas que nos indica a qué no deberíamos darle relevancia nos dice también qué es lo que debemos tratar como real. Sólo puede haber un suceso porque hay un juego en curso, lo que genera la posibilidad de que se produzca una gama de acontecimientos significativos para el juego.

Se trata de un “esquema de expresión e interpretación”:. Por ejemplo, los jugadores de bridge no responden a las acciones de los demás como sucesos conductuales. No interpretan el hecho de que otro jugador tome una carta de su mano y la coloque en la mesa como el suceso “apoyar un cartón” o “efectuar el desplazamiento de posición una carta”, sino que, más bien, a través del movimiento de la posición de la carta los jugadores señalizan que “ha jugado el as de picas como la primer carta de la baza”.

Desde el punto de vista del jugador, la pregunta “¿qué puede suceder? Además de estos sucesos significativos para el juego, encontramos también roles o identidades generadas por éste. En el ajedrez, cuando se captura una pieza sucede algo que remite a la tradición y la cultura del juego, y no meramente a las posiciones en el tablero, dado que una pieza con un poder y estatus dados es la captora y otra con unos atributos propios es la capturada.

Es sólo en el béisbol que puede ocurrir el suceso “roletazo a tercera”. También es sólo en el béisbol, sin embargo, que podemos encontrar la posición de tercera base, junto con una gama de difíciles situaciones que este jugador probablemente deba enfrentar y las cualidades de cuerpo y mente que deberá tener para afrontarlas exitosamente.

Una matriz de sucesos posibles y un elenco de roles por medio de cuya ejecución se construyen los sucesos, constituyen conjuntamente un campo para la acción dramática predeterminada, un plano de existencia, una maquinaria de significado, un mundo en sí mismo, diferente a todos los otros mundos con la excepción de los que se generan cuando se juega al mismo juego en otras ocasiones.

Riezler aporta una afrmación de este tema en su gran artículo sobre el juego y la seriedad:. Comienzo con el caso más simple. Jugamos a juegos como el ajedrez o el bridge. Ellos tienen reglas que los jugadores aceptan cumplir.

Estas reglas no son las reglas del mundo “real” o de la vida “ordinaria”. El ajedrez tiene a su rey y su dama, alfles y peones, su espacio, su geometría, sus leyes de movimiento, sus exigencias, y su objetivo. La dama no es una verdadera dama, ni es tampoco una pieza de madera o de marfl.

Es una entidad en el juego definida por los movimientos que el juego le permite realizar. El juego es el contexto dentro del cual la dama es lo que es. Este contexto no es el contexto del mundo real o de la vida cotidiana. El juego es un pequeño cosmos en sí mismo Riezler Los juegos, entonces, son actividades que construyen mundos.

Aquí me propongo sostener que las actividades serias también tienen esta característica. Estamos dispuestos a aceptar que no existe ningún mundo por fuera de las diversas actividades de un juego que se corresponda exactamente con la realidad generada por éste, pero hemos estado menos dispuestos a ver que las diversas instancias de un encuentro serio generan un mundo de significados que es exclusivo a él.

Es sólo en la mesa de póker que uno puede demostrar la imperturbabilidad durante el juego o la propensión a que un engaño le cueste una buena mano; pero, de manera similar, los roles de automovilista y peatón cobran sentido completamente sólo en la calle, y será sólo entre las personas vinculadas abiertamente en una situación conversacional que podremos aprender algo sobre el significado que tiene la distracción parcialmente disimulada o la frecuencia relativa de las intervenciones que hace cada individuo.

Claro está que las herramientas que se utilizan en los encuentros serios no son tan adecuadas para la construcción de mundos como lo son los materiales de los juegos, puesto que la realidad más extensa rara vez cuenta con el diseño específico para ser psicológicamente real, a diferencia de los juegos que son diseñados justamente con este propósito; puede ocurrir que no surjan identidades complejas y, como examinaremos más adelante, puede suceder que no emerja una completa determinación mutua de los movimientos que hagan los jugadores.

No podemos decir que pertenezcan a la fantasía, al menos no si vamos a argumentar que los encuentros serios, al igual que los no serios, generan este involucramiento.

No podemos decir que las palabras se creen espontáneamente en el momento, dado que, sea que nos estemos refriendo a un juego de cartas o al trabajo en equipo durante una cirugía, generalmente se utilizan herramientas tradicionales que tienen una historia social propia en la sociedad más general y que acarrean un amplio consenso sobre los significados que han de generarse de ellas.

El significado que se le atribuye a un beso que demuestra cariño sólo puede surgir en ciertos contextos de interacción; pero la generación de este tipo de suceso no equivale a su invención.

Tampoco podemos decir que el cosmos del encuentro incluya a cada una de las cosas que suceden en el momento. En cualquier encuentro, por ejemplo, habrá sonidos originados en el espacio local y movimientos corporales producidos localmente que serán ignorados, sea de forma automática o deliberada; quedarán erradicados de lo que se construye como realidad a partir de las reglas de irrelevancia.

No obstante, podemos decir lo siguiente sobre los mundos de las reuniones focalizadas: la materia prima para realizar la gama completa de sucesos y roles de estos mundos está localmente disponible para los individuos.

Propongo intentar un análisis de las reuniones focalizadas a partir de la presunción de que puede interpretarse que cada una ha forjado todos los elementos que requiere de los materiales que tiene a su disposición; los elementos de cada encuentro serán tratados como si constituyeran un mazo completo.

No existe ninguna combinación de apuestas y manos posibles que cualquier mazo de cartas no pueda ofrecerle a cualquier mesa de bri-dge, siempre y cuando los jugadores pasen suficiente tiempo jugando; del mismo modo, un comprador, un vendedor, y un gerente de sector pueden reproducir entre ellos el drama que es posible desarrollar en los negocios.

Me referiré a estos sucesos y roles localmente realizables con la denominación de recursos realizados. Así como cada encuentro servirá de sostén de sucesos que son parte de un mundo que puede desplegarse en su totalidad dentro del encuentro, muchas de las cuestiones a las que no se les da importancia o atención tendrán una base organizativa y un mundo de significados relevantes más allá de los límites del tipo de encuentro en cuestión.

Cuando se invita al jefe a cenar y se lo trata “como a cualquier otro invitado”, el asunto que no se toma en consideración, sea deliberada o automáticamente, exigiría que nos desplacemos de la casa del empleado al establecimiento comercial para su realización total.

Cuando un hombre no le da lugar a la preocupación por su hijo, enfermo en su casa, sino que se involucra completamente en el espíritu de un juego de golf con sus amigos, se trata nuevamente de un asunto externo que se mantiene fuera del campo de atención.

Este tipo de asuntos con anclaje externo, que no se realizan en el intercambio, tienen una significación sostenida por fuera del encuentro actual y por fuera de encuentros de ese tipo.

Dada la presencia de los recursos realizados, resulta claro que en cada reunión focalizada debe resolverse el problema de cómo distribuir estos recursos entre los participantes. Algunos de estos atributos de asignación pueden generarse en su totalidad por medio de una interacción preliminar especí-fica, como cuando se seleccionan equipos de bridge por medio de una breve partida definida por el valor de la carta que saca cada jugador, o cuando se entregan números en una panadería para señalar prioridad por orden de llegada.

En otros casos, los atributos de asignación pueden derivarse directamente del mundo realizado del encuentro, como cuando los premios se asignan según el puntaje alcanzado. Ahora nos es posible imaginar una reunión focalizada donde casi todas las cuestiones con base externa incluidos los atributos externos de los participantes se consideran oficialmente irrelevantes.

Así, dos extraños que juegan a las damas en la sala de admisión de un hospital pueden constituir una interacción ordenada que es oficialmente independiente de su sexo, edad, idioma, estatus socio-económico, condición física y mental, religión, jerarquía su condición de personal hospitalario o paciente, y así sucesivamente.

Pero, en realidad, en la mayoría de los encuentros se le otorga un lugar y un peso oficial a los atributos externamente realizados, que aparecen en la situación como elementos declarados, cuanto menos como determinantes de la forma de dirigirse a los demás participantes, tal como cuando se trata de igual manera a dos clientes, excepto que a uno se lo llama “señor” y al otro “señora”.

En la clásica frase de la aristocracia inglesa, “¿alguien quiere jugar al tenis? La sólida barrera con la que los participantes de un encuentro se distancian de las cuestiones basadas en el afuera parece ahora no ser tan sólida; como un colador, permite que algunos factores basados en el exterior se fltren hacia el interior del encuentro.

Pareciera que estos factores, realizados en el exterior pero acreditados of-cialmente, tienen con mayor frecuencia más peso en la decisión de quién puede o debe participar en el encuentro que la forma en que los recursos son distribuidos una vez que los participantes han sido seleccionados, aunque lo contrario también es posible.

Así, en un juego amistoso de bridge, que bien puede estar organizado por una selección aleatoria de cartas, una pareja de marido y mujer a menudo deberán o enfrentarse como adversarios, o no hacerlo; de cualquier manera se introduce formalmente el elemento de su matrimonio.

La cuestión aquí, sin embargo, es que un atributo realizado externamente al que se le otorga relevancia oficial en tanto criterio de asignación funciona también como un modo de excluir otros atributos similares.

Hemos llegado ahora a la siguiente formulación del orden sostenido en un encuentro: un mundo localmente realizado de roles y sucesos separa a los participantes de muchos factores basados en el exterior a los que podría habérseles otorgado relevancia, pero permite que algunos de esos factores externos entren en el mundo de la interacción como una parte oficial de la misma.

Tendrán particular importancia aquellas propiedades que, en el mundo general, constituyen atributos de los participantes del encuentro, puesto que estos atributos son potencialmente determinantes de la manera en que los recursos localmente realizados serán distribuidos. Ahora debemos avanzar para ver que no ocurre simplemente que a algunos atributos potencialmente determinantes se les permita una función distributiva y a otros no.

No podremos obtener mayor información del terreno de la interacción social a menos que reconozcamos que, en la mayoría de los casos, los recursos realizados en su totalidad en el contexto de un encuentro no podrán distribuirse en un patrón que se corresponda por completo con el patrón de ese mismo atributo en el mundo exterior.

Solemos hablar de ciertos atributos con base externa en términos de su “expresión” dentro de la actividad mutua de una reunión focalizada, tal como cuando se le da el lugar de honor al jefe en una cena, o se le permite a la persona de mayor edad entre los presentes definir el inicio o el término de la jornada.

No obstante, con algunas excepciones, los medios para expresar estos factores externos no son lo suficientemente refinados como para expresar todas las sutilezas propias del ámbito externo. Así, puede suceder que el respeto generado y realizado localmente que se le debe prestar a un jefe en la mesa también deba ser empleado en otra ocasión para un visitante de un lugar lejano, un familiar que ha sido dado de alta de una internación, un chico que recientemente se ha graduado de la escuela primaria o secundaria, o el jefe de nuestro jefe mencionado previamente.

Y el segundo lugar de honor en la mesa puede asignársele a la persona que le sigue en importancia, sin importar cuán cercana o lejana sea su posición social a la del invitado de honor.

El lugar de honor puede mostrar únicamente un orden de prioridad, y este orden no es sino una refexión aproximada de los infinitamente diferentes conjuntos de relaciones que pueden existir entre los presentes en virtud de sus características socioeconómicas y de membresía.

En general, entonces, el “respeto” o “consideración” hacia los atributos externos de los participantes que se puede expresar a través de los acontecimientos de un encuentro sólo podrán ser un gesto simbólico en la dirección correcta, que “expresarᔠcon precisión tan solo un aspecto muy abstracto de las estructuras del mundo externo.

La cuestión de qué sucede con un atributo basado en el exterior cuando atraviesa la frontera de un encuentro es aún más complicada, sin embargo: no sólo es posible obturar o aleatorizar las propiedades con base externa, o permitirles una expresión poco precisa, sino que también es posible introducirlas de manera parcialmente invertida –el ordenamiento negativo ilustrado en nuestra creencia bíblica de que “los últimos serán los primeros y los primeros serán los últimos”.

De este modo, muchas de las cortesías triviales que los hombres muestran ante los niños o las mujeres en nuestra sociedad tienen este carácter invertido, en donde el respeto se muestra a los más jóvenes o los más débiles, no porque la juventud o la fragilidad sean veneradas, sino en carácter de una inversión ceremonial de las prácticas comunes.

Podemos encontrar ejemplos más extremos de este mecanismo en ciertos rituales y festividades. Tal como plantea Gluckman:. En navidad, y sólo en navidad, algunas fuerzas armadas tienen la tradición de que los oficiales sirvan la mesa a los soldados.

Este tipo de inversión de roles es común en ceremonias y rituales. Gluckman De modo similar, en los guetos polacos, donde los rabinos tenían gran infuencia, una vez al año un vagabundo predicaba en la sinagoga un sermón en que se los atacaba… p.

Podemos encontrar una versión institucionalizada de este fenómeno en muchas “instituciones totales”, en las que se producen obras de teatros y rutinas humorísticas de forma anual donde los estudiantes encarnan el rol de profesores, los pacientes el rol de psiquiatras, los prisioneros el rol de guardias Goffman a.

De este mismo modo, cuando se representa un ritual de vudú antillano, los que se sienten motivados para dar un paso adelante e interpretar un papel principal bien pueden ser aquellos a quienes la comunidad en general les ha asignado una posición subordinada Métraux Hagamos una breve revisión.

Hemos puesto nuestro foco en los límites entre el mundo en general y la actividad mutua que se desarrolla dentro de una reunión focalizada, y nos hemos preguntado de qué manera las propiedades del mundo externo tienen un tratamiento selectivo dentro del encuentro. Nos hemos encontrado con que la frontera que separa a las propiedades realizadas en el exterior es más bien una pantalla y no un muro sólido, y luego hemos descubierto que la pantalla no sólo selecciona sino que además transforma y modifica lo que pasa a través de ella.

Más estrictamente, podemos concebir reglas inhibitorias que le indiquen a los participantes qué factores ignorar, y reglas facilitadoras que los orienten con respecto a los factores que pueden reconocer.

Estas reglas, de manera conjunta, representan uno de los grandes tópicos de la organización social, por ser una de las formas básicas en que todos los encuentros están encastrados en la sociedad. Encontramos, entonces, reglas de transformación , en el sentido geométrico del término; éstas son reglas, tanto inhibitorias como facilitadoras, que nos indican de qué forma se modificará un encuentro cuando un patrón externo de propiedades encuentra expresión en su interior.

Las reglas de transformación de un encuentro describen el destino de cualquier propiedad en tanto elemento constitutivo de un orden interno. Le he prestado especial atención a los atributos sociales con base externa por ser éstos de fundamental interés para el análisis sociológico tradicional.

Considerar estos atributos en relación con las reglas de transformación de los encuentros nos permite abordar directa y analíticamente ejemplos de interacción cara a cara de lo que suele denominarse “patrones de deferencia”, definiendo aquí a la deferencia como un ritual interpersonal Goffman a.

Juegos, partidas y encuentros de juegos. Hasta aquí, ha resultado útil hacer uso de distintos juegos para ilustrar interacciones cara a cara. Sin duda hay precedentes de esto.

Cada vez más, los estudiosos de la actividad social están utilizando juegos tradicionales y experimentales como modelos operativos. Los juegos parecen reproducir de manera simple las estructuras de situaciones de la vida real.

Nos desconectan de la esfera de la vida seria a través de la inmersión en una demostración de sus posibilidades. Volvemos al mundo como jugadores, preparados para ver qué resulta estructural de la realidad y listos para reducir la vida a sus elementos más dinámicos.

Un abordaje teórico desde el juego también acarrea, no obstante, importantes limitaciones en el estudio de la interacción cara a cara. Antes de que estas limitaciones puedan ser percibidas y afrontadas, debemos examinar más de cerca la perspectiva de la cual derivan, e introducir sus definiciones en la medida que se crea necesario.

El modelo del juego tiene implicancias muy importantes para el lenguaje aceptado de la psicología social, especialmente para tres conceptos claves: el individuo, la comunicación, y la interacción Schelling El concepto de “individuo” queda propiamente dividido en dos.

Tenemos ahora una “identidad-interés”, “equipo”, o “bando”, este ser desprovisto de un cuerpo que logra beneficios o pérdidas según el resultado del juego en conformidad con una función de utilidad; y tenemos un “jugador”, un agente del juego, que no es el autor, que piensa y actúa, pero lo hace en beneficio del bando para el cual está jugando.

El concepto de “actividad comunicativa” también resulta así alterado: la actividad básica en un juego es una jugada , y las jugadas no son comunicadas como los mensajes ni performativamente realizadas como las preguntas o las acciones; son hechas o realizadas.

Realizar una jugada requiere un acuerdo social por el cual un autor, que actúa a través de su agente, puede comprometerse a tomar una posición. Comunicar que se ha tomado esta posición es otra jugada, bien distinta de la primera, tal como se demuestra por el hecho de que frecuentemente en los juegos nuestro objetivo es realizar una jugada sin que el equipo contrario tome conocimiento de ella.

Finalmente, con respecto a la interacción, notamos que una perspectiva del juego reduce la situación a bandos, donde cada uno actúa racionalmente con el objetivo de promover un único tipo de interés o beneficio a la vez que se subordina a condiciones muy especiales de acción.

Cada jugada debe seleccionarse de un pequeño número de posibilidades, las cuales están en gran medida determinadas por la jugada anterior del equipo contrario, de la misma manera en que cada jugada determina en gran medida las posibilidades que se le abrirán al oponente. Cada bando está consciente de esta determinación mutua y se orienta a controlarla, el resultado depende por completo del modo en que uno supere tácticamente al otro.

El concepto de interacción queda así transformado: en lugar de referirse a una infuencia mutua que puede ser periférica y trivial, ahora pasa a referirse a una forma altamente estructurada de determinación mutua.

En la literatura sobre los juegos, existe una distinción entre un juego , de-finido como un conjunto de reglas asociado con una tradición sobre qué constituyen buenas estrategias, y una partida , definida como cualquier instancia de un juego dado que comprende desde su inicio hasta su fin von Neumann y Oscar Morgenstern Jugar , entonces puede definirse como el proceso que consiste en realizar jugadas por el cual se inicia, y eventualmente se termina, una partida dada; conlleva acción, pero sólo los aspectos de la acción relevantes para el juego.

Hay juegos, como el póker o el bridge, que parecieran exigir que los jugadores se sienten alrededor de una mesa de modo de enfrentarse físicamente.

Hay otros juegos, como la escondida o juegos de guerra, que fjan la acción orgánicamente en un tiempo y espacio pero sin embargo requiere que cada bando permanezca fuera del campo de visión de sus contrincantes.

Existen aún otros juegos, como el ajedrez, que generalmente reúnen a los jugadores en un espacio pero que en ocasiones se juegan a distancia sin restricciones de tiempo y espacio.

Llamaré interacciones de juego a las variedades de interacción que ocurren entre individuos que se encuentran cara a cara con el propósito explícito de llevar adelante un juego, incluyendo aquí, además de la acción de jugar, a las actividades que no sean estrictamente relevantes al resultado de la partida y que no puedan ser definidas en los términos del juego.

Llamaré encuentro de juego a una reunión focalizada que ostensiblemente presenta movimientos de un juego.

Una partida de un juego tiene jugadores; un encuentro de juego tiene participantes. A esta altura, podemos ver que un encuentro de juego será analizado dife-rencialmente según se interprete como la oportunidad para jugar partidas de un juego o como la oportunidad para una interacción de juego. El primer tipo de objeto es codificable y simple, el segundo es muy complicado.

Entre el momento en el que cuatro personas se sientan en una mesa para jugar al bridge y el momento en que abandonan la mesa, un sistema orgánico de interacción ha tomado forma. Sea que se jueguen varias partidas del juego o se juegue una única partida de forma incompleta puede ser una cuestión secundaria, que sólo marca leves movimientos y giros en el contorno de la afección.

Una partida incompleta puede ofrecer una actividad colectiva similar a la de un encuentro lo suficientemente bien acabado. Cuando un jugador se toma una pausa para responder el teléfono, la partida puede quedar suspendida en el aire, y permanecer prescindible por cualquier período de tiempo, pero no así el suceso social, el encuentro de juego, puesto que éste puede verse amenazado o incluso destruido si el jugador ausente es demorado demasiado por la llamada o si vuelve desolado por una noticia trágica.

De manera similar, los jugadores pueden convenir tácitamente intentar volver a la partida o desplazar su atención hacia otras cuestiones, pero este mismo peligro a la continuidad de la partida puede originarse en el refuerzo del interés de los participantes en el encuentro secundario que constituye un componente común de algunos encuentros de juego.

Aún más, aunque los entrometidos pueden ser tolerados oficialmente bajo el supuesto de que se comportarán de modo de no tener un efecto real sobre el resultado de la partida, es probable que sean una parte integral de la realidad social y psicológica de los encuentros de juego; son participantes, no jugadores, y pueden tener un rol principal en el encuentro de juego aunque no tengan ningún papel en la partida.

De cualquier forma debemos destacar que aunque es en tanto jugadores que podemos ganar una partida, es sólo en tanto participantes que podemos divertirnos con esta victoria. Lo que he dicho sobre la interacción en la sección de formalizaciones se aplica también para las reuniones focalizadas, incluyendo el ejemplo principal que he utilizado, los encuentros de juego, pero lo dispuesto en dicha sección también es aplicable para sistemas de actividad que no se realicen dentro de los límites de un marco de interacción cara a cara.

Por ejemplo, los juegos que se desarrollan a distancia incluyen las reglas de irrelevancia, un esquema de interpretación, y recursos realizados en su totalidad dentro de las posibilidades del juego.

Por ejemplo: la investigación muestra que un niño en edad preescolar promedio mira ¡4 horas y media de televisión por día! Para ayudar a que el juego siga siendo una parte fundamental de la infancia, los pediatras podrían empezar a emitir "recetas para jugar" en cada visita de control hasta los 2 años de edad.

Además, los pediatras pueden recomendar a los padres que busquen programas de cuidado infantil o preescolares que incluyan el juego en la forma de aprendizaje.

El aprendizaje se estimula mejor al utilizar los instintos naturales del niño de jugar en vez de estimularlo sólo por factores externos como las calificaciones. A medida que participan activamente en el mundo y lo descubren con alegría, los niños adquieren habilidades del Siglo XXI que cada vez más requieren de trabajo en equipo e innovación.

La AAP insta a los padres a utilizar el juego como método para alcanzar los hitos de salud y del desarrollo de su hijo desde el momento del nacimiento.

Estos son algunos ejemplos de cómo hacerlo:. El aprendizaje divertido puede comenzar con la primera sonrisa del bebé. Responder con una sonrisa suya es una manera de jugar que, además, enseña al bebé una habilidad socioemocional fundamental: " Puedes llamar mi atención y obtener una sonrisa mía cuando quieras: tan solo tienes que sonreír ".

Imite los gorjeos y balbuceos de su bebé y mantengan una "conversación" usando los sonidos del bebé como indicador.

Muestre a su bebé objetos interesantes, como un juguete de colores brillantes. Permítale llevarse las cosas seguras a la boca para explorarlas y experimentar nuevas texturas. Ofrezca a su bebé oportunidades de aprender que sus acciones causan un efecto: por ejemplo, cuando suelta un juguete y cae al suelo.

Ponga algunos juguetes al alcance de su bebé para que pueda tomarlos y jugar con ellos. Jueguen a "no está Cuando elija guarderías y preescolares, busque los que ofrezcan tiempo de juego no estructurado.

El aprendizaje divertido, en el cual los niños toman la iniciativa y siguen a su propia curiosidad, debería ser el punto de enfoque de la educación infantil temprana de alta calidad.

Ofrezca a su hijo bloques de construcción, envases vacíos, cucharas de madera y rompecabezas. Los objetos sencillos y poco costosos constituyen algunas de las mejores formas de fomentar la creatividad de un niño.

Recuerde: lo que enriquece a los niños es la presencia y la atención de sus padres y sus cuidadores, no los artefactos electrónicos sofisticados.

Dé a su hijo oportunidades de jugar con otros niños de su edad. Esta es una buena edad para intentar tener un encuentro con otros niños para jugar supervisado por los padres. Ayude a su hijo a explorar su cuerpo mediante distintos movimientos, por ejemplo, caminar, saltar y pararse en una pierna.

Ofrezca oportunidades para juegos de simulación, por ejemplo, simular estar bebiendo de un vaso vacío u ofrecer juguetes que permitan jugar a juegos de simulación. Canten y jueguen con ritmos para que el niño pueda aprender y unirse a la diversión.

Comience a presentarle algunos juegos adecuados para la edad, como Simón dice. Permita a su hijo intercambiar entre juegos imaginarios y reales, por ejemplo, jugar a la casita y ayudar con las tareas del hogar. Programe tiempo para que su hijo interactúe con amigos y así practique la socialización y la formación de amistades.

Aliente a su hijo para que pruebe una variedad de movimientos en un lugar seguro, por ejemplo, saltar, columpiarse, trepar y hacer volteretas.

Limite el tiempo frente a las pantallas a un nivel saludable.

Apuntes CECYP Out of these cookies, the Diversóin that are categorized Regalos y sorteos en juegos de apuestas necessary are stored on your browser as Diveesión are as dn for the working of basic functionalities of the Diversió. La neutralidad afectiva también se vincula con el rol del médico en tanto científico aplicado. Además, estas restricciones no son aleatorias; están organizadas en un sistema que está estructurado para ofrecer una experiencia particular. El conjunto de reglas que nos indica a qué no deberíamos darle relevancia nos dice también qué es lo que debemos tratar como real. Análisis Artículos Monográficos Noticias Podcasts.

By Bazuru

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